Al leer esta nota, tendrás una nueva perspectiva de las causas por las cuales se suelen postergar algunas obligaciones. |
En la vida, si prestamos atención, abundan los momentos
agradables. Esos pequeños lapsos de tiempo en que hacemos algo que nos gusta,
quedamos satisfechos o simplemente disfrutamos a pleno el momento. Y digo que
abundan, porque esos momentos están ahí, suceden, pero muchas veces estamos tan
distraídos con el pasado o el futuro, que los dejamos ir, sin prestarle mayor
atención. No debiéramos, es la vida la que estamos dejando escapar.
Pero también hay momentos que no deseamos y dentro de esta
clase, se encuentra cumplir con ciertas tareas que detestamos hacer. Las esquivamos,
les damos vueltas y más vueltas. Las dejamos para cuando no queda otra
alternativa. Por lo general, se llega al punto en que el tiempo apremia y pasa a ser urgente.
La postergación permanente y crónica de actividades, es un
trastorno -a no asustarse-, que está siendo cada vez más estudiado, debido a los
problemas que ocasiona a quien lo padece.
Tiene nombre: procrastinación o abulia.
La procrastinación acarrea grandes frustraciones a millones
de personas en el mundo, que no saben bien qué les pasa y cuál es el origen de
su dificultad en ejecutar algunas actividades.
Esto, para un profesional que debe cumplir con plazos de
tiempo y respetar fechas límites, puede ser devastador, ya que está condenado a
una vida de sufrimientos, tormentos y a no poder realizar a tiempo, aquello que
se propone.
Veamos cómo funciona
La procrastinación o abulia, es un fenómeno que ocurre en la
mente del afectado, quien ha creado un hábito, un patrón de pensamientos y
comportamientos, cada vez que recibe determinados estímulos.
El cerebro, es el órgano del cuerpo que más energía consume -alrededor
del 20% del total- y está programado para ahorrar energía tanto como pueda.
La resolución de problemas, está dentro de las tareas que más “capacidad de
proceso” consumen; por ejemplo la liquidación de algún impuesto complejo, el
estudio de una nueva normativa, etc.
De manera automática, nuestro cerebro, busca la forma de
cambiar el foco de atención hacia pensamientos que consuman menos o le brinden
una recompensa placentera, por ejemplo visitando redes sociales, chequeando el
celular, contestando un correo o yendo a hacer algo que es “impostergable”. Es
fantástica la capacidad de nuestro cerebro para darnos muy buenas razones para no
hacer algo.
Todo comienza con un estímulo negativo, por ejemplo recordar
que hay que hacer una declaración jurada, inmediatamente se activan una serie
de centros del dolor -sí, se activan las mismas áreas del cerebro que cuando
nos duele algo- y, de manera automática, se generan vías de escape a esa
actividad. Así, pasamos a prestar atención a alguna otra cosa, mucho más fácil
de hacer, que logra desactivar los centros de dolor y brinda un alivio
inmediato, aunque efímero.
Este ciclo, genera una adicción. El cerebro se acostumbra a
aliviar su padecer de esa manera, desconectando con lo que le provoca pesar y
conecta con aquello que le permite evadirse.
El proceso, con el tiempo, se convierte en un hábito, en un
patrón de comportamiento muy arraigado e invisible, ya que ocurre sin que nos
demos cuenta.
La cura
Debe tenerse en cuenta que años de un determinado hábito, no
pueden cambiarse de la noche a la mañana. Requiere de esfuerzo y perseverancia
para deshacer el patrón de conducta.
A tener en cuenta:
- Lo primero es identificar el problema. Estar mentalmente
alertas para cuando recibimos el estímulo que genera el malestar. A partir de
ahí, sabemos que el cerebro intentará desviarnos de nuestro cometido, para
aliviar su padecer.
- Comerse los sapos temprano. Esta estrategia consiste en hacer
las tareas que representan mayor dificultad a la mañana, lo más temprano que se
pueda. De esta forma, lo atacamos cuando más energía tenemos y eliminamos de la lista de pendientes, eso que duele y nos
taladra el pensamiento durante toda la jornada.
- Dividir para vencer. Quizás sea abrumadora la tarea que
tenemos por delante. Descomponerla en otras más pequeñas y manejables puede
ayudar considerablemente a que tengamos otra perspectiva de la misma. Cada una
de esas pequeñas tareas, puede ser un mini objetivo a ser cumplido, sin que nos
demande mayor esfuerzo.
- Concentrarse en el proceso, no en el producto. Esto está relacionado
con el punto anterior. Posiblemente buscar completar una tarea, sea algo
enorme, por ejemplo resolver el balance de una S.A. En lugar de eso, podemos
concentrarnos en dedicar una cierta cantidad de tiempo a la contabilidad de esa
S.A., sin proponernos explícitamente terminar el balance. Esto nos saca una
considerable presión. Independientemente de cuánto se avance, sabrás que tenés que
dedicarle cierta cantidad de horas a la contabilidad.
- Empezar con tiempo. Para poder completar una tarea,
concentrándonos en el proceso en lugar del resultado, es necesario comenzar con
la suficiente antelación, ya que ignoramos cuánto podremos avanzar por sesión y
las dificultades que encontraremos. Entonces, lo vuelvo a resaltar:
concentrarse en tiempos de ejecución, en el proceso mismo, no en el resultado a
obtener.
- Darse recompensas. Una vez se ha finalizado un ciclo de
tiempo de trabajo -proceso- o cuando se logró un objetivo, es el momento de
darse una satisfacción -jamás antes de lograrlo.
Estas recompensas tienen que ser proporcionales al esfuerzo
que ha sido necesario aplicar. Por ejemplo luego de una sesión de 40 minutos
ininterrumpidos de trabajo concentrado, se puede obtener de recompensa una breve
visita a redes sociales o salir al balcón y despejar 5 minutos. En cambio,
luego de concluir un balance la recompensa podría ser ir al cine o regalarse
algo.
Así crearemos el
hábito a nuestro cerebro, que el placer vendrá luego de haberse esforzado y
cumplido una consigna. Lo que estás haciendo es reescribir tus patrones
neurales, creando nuevos hábitos, más beneficiosos para tu vida.
Nuestra memoria de trabajo, que es esa memoria de corto
plazo que utilizamos a diario para realizar las actividades cotidianas, es muy
limitada. Solo puede ocuparse entre 4 y 6 cosas a la vez; la permanencia de
tareas pendientes en segundo plano en nuestra mente, ocupa valiosos recursos
mentales y se lleva mucho de esa memoria de trabajo que tanto necesitamos.
Adicionalmente, nos impide disfrutar del día, cada vez que recordamos que
tenemos algo desagradable postergado, esperándonos.
Todos tenemos distintos grados de abulia, ya que las funciones
cerebrales son similares en todos los seres humanos. La diferencia está en cómo
hemos aprendido a lidiar con aquello que nos causa displacer. Algunos se han
habituado a enfrentar los retos, otros a evadirlos.
Luchar y derrotar a la procrastinación es posible y te
abrirá un nuevo mundo. Liberará tu mente para desarrollar nuevas actividades, incrementará
tus ratios de cumplimiento y te permitirá vivir más feliz, al sentir por
primera vez que estás en control, anticipándote a las más diversas situaciones,
en lugar de ser las situaciones las que te persigan para que las resuelvas.
¿Conocías la procrastinación?
Seguimos la conversación en nuestro grupo en facebook Marcas Contables.
Me despido hasta la próxima nota. Saludos y que pasen una
excelente jornada.•
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